Como ya comenté en una entrada anterior, concretamente en esta sobre
Poltergeist 2015, iba a dedicar una entrada a tratar de explicar las diferencias abismales o lo que considero como tales entre gafas 3D.
En aquella entrada comentaba mi disgusto sobre el 3D en una película del 2015; es decir, no entendía cómo era posible que una película tan nueva pudiera tener un 3D tan sumamente malo y carente de profundidad; sin embargo, tras diversas pruebas entre distintas gafas mi opinión cambió radicalmente.
Bien, a ver cómo me explico para que se entienda todo correctamente...
Tengo dos dispositivos en los que puedo ver 3D: una televisión y un proyector. Llevo desde 2013 con la televisión, una Sony W905, y desde el año pasado con el proyector Sony HW55; ambas constan de 3D activo.
Como también sabemos, tengo una sala dedicada donde está el proyector y allí vemos las películas "de estreno". La verdad es que ya habíamos visto varias películas 3D en la Sala Kitty y nada nos había hecho sospechar sobre el "relativismo subjetivo del 3D". Es más, nos encantó Resident Evil 5: venganza cuyo 3D nos pareció impresionante. Haciendo memoria, creo que hemos visto con el proyector unas 10 películas en este formato; sin embargo, sí es cierto que el 3D del proyector era como más molesto, es decir que era más común ver imágenes dobles o como borrosas a diferencia de la televisión. La película Ice Age 4: la formación de los continentes se hizo difícil de ver por el abundante desdoblamiento de la imagen. Por otra parte, Guerra mundial Z también nos dejó bastante decepcionados por el "poco uso" del 3D, aunque no comenzamos a plantearnos el por qué hasta que llegamos a Poltergeist 2015.